miércoles, 11 de mayo de 2011

INVENTARIO


Para mi mujer.
Una sonrisa por la mañana, el primer mensaje. Tu respuesta. Siempre un dato interesante para ambos, una pregunta por responder y pensar, algún recuerdo oxidado por tu mala memoria. Un olor agradable en mi cuarto cuando vienes de visita. Siempre algún viaje memorable. Miles de besos reivindicadores, una dieta rica en colaboración, coordinación y siempre a deshoras. Tu cuerpo semidesnudo por la mañana. Una fiesta inolvidable de mayo, nuevas experiencias de nuevas situaciones en una vida nueva. Planes, horarios, mensajes. Tus llamadas. Amigos comunes e intercambio de nuestras infancias. Creencias, conocimiento, esperanzas. Nuevamente besos, internet en los días interminables, cada tres semanas renacimiento. Días que urgen ser años, lustros, décadas. Momentos malos, momentos buenos. Celos, inocentes y dolorosos. Duchas compartidas desde los días secretos. Química corporal que explota en todo lo bueno que es tenerte conmigo. Presupuestos de los viajes, facturas de la lejanía cobradas al encuentro. Una escena de una toalla digna de novela pasional. Una Antigua que fue sólo para nosotros. Los archivos bochornosos en nuestras laps. Caminatas, muchas caminatas. Disfrutar los silencios, tratar de entendernos mientras nos amamos. Los dolores de la vuelta a otra realidad. Tus cartas, mis manos, tu piel, tu cabello. Éste último permanece en mi cama algunos días cuando te vas. El desorden de nuestro cuarto cuando es nuestro. Los pendientes, las ataduras que nos quitamos. Mi familia, tu familia. La distancia traidora. Tu saliva, la mía.
Siempre tuyo.
                                                                                                             Tu hombre.


*Esta publicación es Autoría Eduardo C.M.  



    

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