lunes, 31 de mayo de 2010

De una maníaca


 Se requieren dos cientos cincuenta pesos para alcanzarte, tu imagen etílica, tosca, nunca deja de ser encantadora. Luego regresas de  tu nirvana y recaes en la sobriedad de la razón. Así no te quiero, no me gustas. Me alejo de tus pupilas, de ese brillo que desaparece en tu mirada y recuerdo que eres  humano, que eres cuerdo, no así ya no te quiero.

miércoles, 19 de mayo de 2010

MI ULTIMO HIPPIE

   Salido de los años 60’s: cabello largo, pantalón acampanado, colores pasteles (debo mencionar que sin intención alguna de combinarlos), un último Hippie se presentaba a un joven. Nunca conoceré sus intenciones, incluso si tenía alguna, pero no podré olvidar a ese personaje, me recordó al último Hippie de Oliver Sack, neurólogo y escritor, donde el fulano, considerado un ser supremo por sus seguidore, tiene un daño cerebral y pierde parte de su personalidad, donde cómo  único recuerdo de su vida tiene la época de “amor y paz”.

    Pensé, pensé y re-pensé en las posibles vivencias que pudo haber vivido MI último hippie; drogas, sexo, fiesta, fiesta, sexo, drogas, incluso pensé en la posibilidad de un tumor cerebral, en fin, pensé en todo. Pero lo qué me hacía realmente ruido, era una pregunta ¿qué llevó a un señor de más de 60 años a andar por las calles de Xalapa con un top floreado (cuyos colores obvio no sé aprecian por la suciedad, de varios días sin bañarse), un pantalón roto y la sensación de que ha salido de alguna película de Austin Power, sin inhibición alguna?

    De nuevo, obtuve miles de ideas, pero aseguro ninguna es la respuesta a mi duda. Revolví mi pensamiento con la vida de mis vecinos, que día a día viven la “vida loca”, sin compromiso ni interés aparente, confieso que me dio pena aquella idea, porque, honestamente tue pena de aquella posibilidad. La posibilidad de ver cómo jóvenes como yo, pueden convertirse en algo totalmente inservible y convertirse en parásitos de la sociedad. Me sentí Hittleriana y me obligué a borrar aquel dejo aniquilador, y fue cuando descubrí que lo que verdaderamente me molestaba no era MI último Hippie, ni mis vecinos…pensé y  volví a mi.


viernes, 14 de mayo de 2010

El Maestro


Sentadas frente a la computadora que funge como tv para ver películas, veíamos una película llamada los piratas del rock. Diandra y yo, acostumbradas a hacer comentarios soberbios, apuntamos hacia que toda la música de la dichosa película era conocida para nosotros. Comenzamos a recordar que mientras otros niños escuchaban zepillin zepillin, nosotros podíamos escuchar a Cri-Cri ó a Pink Floyd sin diferencia aparente, ya que nos habías acostumbrado a esos sonidos, dice mi mamá, que desde que estábamos en su vientre, por lo que la plática se desvió a rebobinar cosas del pasado; castigos aparentemente "injustificados" (que para nosotras siguen sin tener sentido) y hacia otros que orgullosamente decimos "eran necesarios".

Después de esa extensa plática, puedo asegurarte que ambas tuvimos síndrome post-reflexión, no sé como le haya ido a Diandra, pero para mi fue como el viaje que hice contigo a Tapachula, donde a cada kilometro y a cada paisaje revivía cosas de mi infancia. Lo mismo me sucedió con esa plática, recordé por ejemplo que además de la música de trova revolucionaria, de las incontables  noches en donde nos inventabas historias para que nos durmiéramos (cuando dejaste de hacerlo durante años yo le contaba cuentos a Diandra), los libros que nos alentabas a leer y que hoy en día no podemos dejar, el terror que desarrollamos a tu cinturón y los múltiples empujones que nos dabas para que fuéramos a jugar con los niños mientras nos amarrábamos a tus piernas; y pensé que comenzamos a hacernos adultas (falta la independencia para que culminé con la madurez jaja) y que aunque hemos aprendido mucho de mi mamá, por vivir con ella, no podemos quitarnos está herencia simbologica y aprendida del apellido Cruz.

Concluí que agradezco cada frase, regaño, desilusión y aprendizaje contigo, porque de todo nos enseñaste a ser (no sé si deseoso a que fuéramos o no como tu) y yo creo que eso es lo más importante en la función de un padre: ENSEÑAR 

te quiero papá feliz día del maestro.