Para ser más franco debo confesar que he hecho las paces con el pasado, sí le he dado un fuerte apretujón de manos y hasta uno que otro beso sincero, no es cierto, sincero jamás, pero no me queda más que fingir que lo despido con honestidad, mucho tiempo agarré sus manos y cuando menos los esperaba mis dedos ya estaban tronados todos, uno a uno. Hoy en día, cuando el pasado llega sigiloso, solo siento escalofríos en mi cuello, y entre susurros sopla haciendo un lado a la realidad.
La primera vez que pensé en la muerte tenía 7 años, mi perro se murió porque unos vecinos creían que era demasiado ruidoso para ser un cachorro, ellos tenían un bebé que lloraba todas las noches y pese a que sus lloros despertaban a toda la casa, jamás pensé en matarle, ahora lo pienso, ¿qué será de aquél bebé?, podría desquitarme apretujándole el cuello, pero mi perro lloraría más que todos los bebes de este hospital. Desde entonces no dejo de ver en blanco y negro, todo perdió color, he intentado recuperar la visión en una paleta de colores, nada. Cuando duermo logro ver puntos amarillos, rojos o morados, pero ningún color como lo recuerdo.
Por la mañana tuve un accidente en el comedor, me dolió y logré ver rojo, resolví el acertijo. Fui al baño, comí ese huesudo cuello, observé las verrugas de su cuerpo, me parecieron repugnantes, tomé las agujetas, apreté, con fuerza, con dolor...al final logré e n t i n t a r m e.